Sabrina González es la gran esperanza de la ciencia. Con 14 años construyó un avión con sus propias manos y con 23 se la rifan la NASA y Amazon
De niña soñaba con naves espaciales que volaban a mundos desconocidos y de adulta dice que su sueño sería tripular una de esas naves, diseñada por ella, para llevar a la gente de visita a Marte. Con esa idea, no es de extrañar que el dueño de Amazon, Jeff Bezos, el hombre que creó Blue Origin con el propósito de vender viajes comerciales al espacio, lleve tiempo intentando echar el guante a esta joven de 23 años llamada Sabrina González Pasterski. Una estudiante que soporta con sorprendente naturalidad la etiqueta de ‘la nueva Einstein’ que le han colocado los medios, según informa Ideal.es.
Sabrina González Pasterski (Chicago, 1993) ha demostrado ser una mujer con una cabeza privilegiada. Sus límites aún están por explorar, pero en solo 23 años ya ha dejado muestras de un potencial estratosférico. Con nueve o diez años recibió su primera lección de vuelo, una sensación tan «maravillosa y agradable» que le llevó a presumir delante de un profesor. Su maestro miró a aquella niña y le dijo: «Está muy bien, ¿pero qué más has hecho últimamente?». Aquella frase, además de hacerle recapacitar sobre la conveniencia de perseguir constantemente nuevos retos, se convirtió en el Norte de su brújula.
La espoleta prendió la ambición de esa niña especial y en marzo de 2006, con 12 años, la edad a la que muchos chavales ni siquiera harían volar un avión de papel, Sabrina decidió construir una avioneta con sus propias manos. En octubre de 2007, solo diecinueve meses después, tras pasar casi todo su tiempo libre dentro del garaje de casa –qué sería de los estadounidenses sin uno, un rutilante avión rojo estaba listo para despegar. El 11 de enero de 2008 recibió un certificado como aeronavegable y el 15 ya surcaba el cielo.
La pequeña ingeniera autodidacta tuvo que esperar al siguiente verano para tripular su avión y el 24 de agosto de 2009 planeó por la orilla del lago Michigan. La imagen de una niña de pelo enmarañado saliendo de la cabina de su avioneta saltó a la portada del ‘Chicago Tribune’. Estaba claro: no era una persona corriente.
Aquella nave le abrió las puertas del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde inicialmente la habían rechazado. Sabrina presume de sus orígenes, de ser la primera generación de una familia cubano-estadounidense, de haber crecido en los suburbios de Chicago y de haber estudiado en las escuelas públicas. Un vídeo sobre la construcción de aquel avión de un solo motor dejó boquiabierto al profesorado del MIT, que ya no dudó en concederle una plaza.
No se equivocaron con ella. González Pasterski (hereda los apellidos de su madre cubana, María González, y de su padre estadounidense, Mark Pasterski) se graduó con una nota de 5,00 –la máxima calificación posible–, la primera mujer en lograrlo en dos décadas. Ahora, tras mutar su interés por la ingeniería a la física, se encuentra preparando un doctorado en Harvard, a la vez que multiplica su fama.
Cada día está un poco más cerca de convertirse en una celebridad. Y al mismo tiempo que entre los eruditos de Harvard maravillan sus artículos sobre los agujeros negros, la gravedad y la relación espacio-tiempo, sale peinada y maquillada en revistas como ‘Vogue’, ‘People’, ‘Marie Claire’… Hace un año, en abril, conoció a Stephen Hawking y en su cuenta han ingresado decenas de miles de dólares en becas entidades como la Fundación Hertz (solamente ésta ya le concedió 250.000 dólares), la Fundación Smith y la Fundación Nacional de Ciencia.
No es una joven al uso. No maneja ‘smartphone’, pasa por completo de las redes sociales y jura no haber bebido ni fumado en su vida. No toma ni cafeína. Y solo se le conoce un vicio, el chocolate. También tiene una puerta entreabierta al mundo: su página web, llamada physicsgirl.com, donde incorpora todos sus logros, los reportajes que le dedican o novedades como «la detección de la elegancia dentro del caos». Porque ella cree que la Física es algo elegante y útil.
Jeff Bezos sigue esperando y la NASA también coquetea con ella. Sabrina, mientras, se centra en su doctorado y dedica el tiempo libre a volar y a montar en moto. «Todo físico debería aprender a llevar una: te proporciona una intuición física; como las avionetas». Su popularidad crece y cada día hay más gente que mira con curiosidad a la chica conocida como ‘la nueva Einstein’. Pero, como explicó en una entrevista con el ‘Tribune’, no teme a las expectativas. «Soy más dura conmigo misma de lo que pueda ser cualquiera. Siento que me queda mucho por hacer y espero tener razón sobre alguna sensación que tengo de algo que puede ser bastante grande en algún momento».
-ABC Sociedad, España.